Puros Chiles
Por: Lic. Gerardo Enrique Garibay Camarena
06/10/05
Hace unos días el periódico Reforma realizó un pequeño sondeo donde 3 personas
probaron salsas elaboradas con chiles secos mexicanos y chinos, el resultado fue que 2 de ellas consideraron que los chiles
chinos daban como resultado mejores productos que los mexicanos, con mejor consistencia, sabor y olor; desmintiendo en forma
práctica la afirmación realizada por algunos diputados en el sentido de que los vegetales asiáticos eran de baja calidad.
El hecho no pasaría de ser una mera curiosidad anecdótica si no fuera porque
es una muestra clara de un síntoma que se repite por cientos en diversos campos de la economía. De las artesanías a las hortalizas,
del calzado a las televisiones, México cede cada vez más terreno ante el gigante de oriente.
Volvamos al ejemplo de los chiles, es entre preocupante y patético que un
kilo de chiles secos sembrados del otro lado del mundo, transportado a través de miles de kilómetros y que ha pasado por aduana
cueste un 20% menos que la misma cantidad de producto nacional, elaborado a unas pocas horas de distancia.
China se nos viene encima, y lo peor es que ni en el ámbito político ni
en el empresarial se ve que se estén tomando las medidas pertinentes para resistir al embate de una nación que está produciendo
los mismos productos que nosotros a un precio mucho menor y con un nivel de calidad bastante similar.
En el aspecto político los partidos de oposición parecen estar dispuestos
a que el país se caiga a pedazos antes que aprobar las reformas estructurales propuestas por el Presidente Fox, o tan siquiera
hacer sus propias iniciativas, mientras que los empresarios en muchos casos se ven incapaces de innovar y buscar alternativas
que logren elevar la calidad, aumentar la variedad o reducir el costo de sus productos. Parece que tanto los políticos como
los empresarios le apuestan a detener la invasión China unicamente a base de combatir el contrabando, en lo que se muestra
ya como una batalla perdida, pues los resultados obtenidos con esta estrategia han sido discretos, a decir lo más.
Si el mejor argumento del que se puede echar mano para promover
el consumo de nuestros productos es el que “son hechos en México” podemos tristemente afirmar que nuestra economía
esta en muy serio peligro de quedar obsoleta y ser superada por la continua marea de la globalización que nos acerca cada
vez más a un mayor espectro de opciones que luchan entre si por ofrecer mejor precio y calidad al cliente.
Debemos entender que la guerra con China es una guerra comercial y es en
ese terreno, no en el policial, donde debemos pelearla y ganarla, ¿se debe dejar de combatir el contrabando? Por supuesto
que no, pero fincar las esperanzas del futuro de nuestra industria en este solo punto es condenarnos a la frustración... y
a la quiebra.
El problema ya está aquí y tenemos dos
opciones. O tratamos de modernizar nuestra legislación y nuestra oferta de productos, o nos quedamos quejándonos del contrabando
y perdemos empleos, inversiones y desarrollo. O trabajamos en serio para superar la invasión oriental y aprovechar las oportunidades
que de ella emanan o nos quedamos como el chinito: nomás milando... y con puros chiles.