INHALA
Por:
Gerardo Enrique Garibay Camarena
16/06/05
De todas las criticas contra
la administración Fox, la más injusta es la proveniente de la DEA, que con sumo cinismo culpa a México de su rotundo fracaso
en la lucha contra el narco. Es claro que la droga pasa a través de México, pero ¿y quien la vende allá?. Es ilógico pensar
que el tráfico de drogas es solo un asunto de hispanos, al igual que en nuestro país, en Estados Unidos existen cárteles que
se quedan con las enormes ganancias que produce el llevar ese “producto” al usuario final, cárteles ante los que
la DEA ha sido absolutamente ineficaz, de ahí que el reclamo de los norteamericanos sea simplemente ridículo.
La verdadera pregunta es, ¿por qué hay narcotráfico? ¿porqué hay quienes arriesgan su vida y su libertad para
cultivar, industrializar y distribuir estupefacientes? Simple, porque en el mundo hay mucha gente dispuesta a pagar grandes
cantidades de dinero a cambio de poder escapar ilusoriamente de la prisión hedonista que hemos construido y reforzado en los
últimos tiempos, donde al despojar al ser humano de una idea de eternidad y arrojarlo al frío positivismo de la vida únicamente
material se le dejó a la sociedad la conclusión lógica de “si solo tengo esta vida y nada más, debo disfrutarla a tope,
sin preocuparme por las consecuencias, si no tengo un alma y no habrá castigo para mis actos más allá de la muerte no importa
lo que haga siempre que la policía no me encuentre”.
Hay quien señala que el consumo masivo de drogas en los Estados Unidos fue promovido por un grupo de intelectuales,
entre ellos el popular escritor de ciencia ficción Aldous Houxley, aún sin poder comprobar lo anterior es claro que a partir
de los años 60 y de la cultura hippie el consumo de drogas fue promovido de forma masiva y concertada por artistas, escritores,
pensadores y respaldado por una autentica maquinaria mediática. Ninguna autoridad ha investigado a fondo cuales eran los intereses
que movían a tan distintos actores sociales a plantear al mismo tiempo una “cultura de la droga”, sobre todo cuando
se le hizo tanta publicidad gratuita a un negocio que hoy mueve cientos de miles de millones de dólares al año.
En una época donde para sobresalir es necesario tener recursos económicos, donde lo metafísico es negado o desnaturalizado,
es normal que quienes no tienen una vida de multimillonario o un cuerpo de “Barbie”,
o aquellos cuyas familias se desintegran bajo el peso del egocentrismo y la desesperación, recurran a las drogas como un medio
para escapar de los problemas y las complicaciones de la vida diaria, antes se podía recurrir al consuelo de lo divino, ahora,
en la “comunidad mundial” solo se puede echar mano de los estupefacientes.
Desconozco si realmente fue Houxley, como algunas personas plantean, una de las mentes tras la masificación
de las drogas, en todo caso su libro Un Mundo Feliz, donde los personajes adormecen su depresión y su vacío existencial a
base de estupefacientes es perfectamente aplicable a muchas partes de la sociedad europea y norteamericana que consumen ávidamente
la droga que a través de México les llega a un costo terrible de vidas, corrupción y desintegración.
Mientras la civilización le dé la espalda a los valores y principios judeocristianos que la consolidaron, mientras
el ser humano sea rebajado de “una creación a imagen y semejanza de Dios” a un mero amasijo de células, a un error
biológico, o a una bestia más; serán infructuosas todas las acciones de los gobiernos contra el narcotráfico, mientras el
primer mundo se continúe deslizando por la pendiente de la degradación y la desesperanza seguirán los carnavales de la muerte
que hemos presenciado en los últimos años en muchos estados del país.
El gobierno se enfrenta a un problema que no puede solucionar, solo los norteamericanos tienen la posibilidad de detener
su destrucción y acabar con la demanda de drogas, mientras tanto México, lo más que puede hacer, es intentar controlar la
caudalosa corriente de la oferta en una batalla que no puede ganar, al tiempo que lucha contra el creciente mercado interno,
también aquí cada vez más personas recurren a la puerta de la modernidad, cada vez más gente inhala.