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EL QUINTO ELEMENTO

12/08/05

por: Lic. Gerardo Enrique Garibay Camarena

 

El quinto Informe de Gobierno, solía, en la época priísta, ser el momento cúlmen del poder presidencial, cuando “Su Majestad sexenal” alcanzaba el máximo de su gloria. Era una ceremonia en grande con confeti y acarreados, en medio de un ambiente de “celebración” y sumisión al Ejecutivo.

 

Ahora sabemos que este año no será así. Vicente Fox no tiene la facultad de elegir unilateralmente a su sucesor, ni cuenta con el control total del aparato de estado. Se enfrentará además un Congreso agresivo, paralizado y dividido, la mayoría de cuyos integrantes ven en la crítica al Ejecutivo una vía fácil del “colgarse” a otro puesto.

 

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Fox, ¿habrá quinto malo?

Los informes llevan varios años degenerando y se han convertido en autenticas danzas de caníbales que los legisladores (principalmente de oposición) aprovechan para darse a notar y reclamar todos los agravios reales o imaginarios que se les ocurran. En el quinto Informe de Gobierno de Fox seguramente seremos testigos de otro deprimente espectáculo donde se muestre la falta de madurez de los legisladores y el grado de conflicto entre los poderes. Y lo peor de todo es que este tipo de actitud se repite no solo en los informes, sino que es parte de la cotidiana convivencia entre los actores políticos.

 

Mucho del desgaste de la Administración Fox se debe al estancamiento de las llamadas “reformas estructurales” en el Congreso, y es que el renovar marcos legales como el laboral, el eléctrico y el de la recaudación de impuestos trae consigo costos políticos, costos que ni el PRI ni el PRD parecen dispuestos a aceptar, aunque el bienestar de la nación vaya de por medio.

 

La Presidencia promovió una reforma fiscal, perfectible claro, mal cabildeada, tal vez; pero que indudablemente era un necesario esfuerzo para remediar los problemas de una legislación que se cuenta entre los principales escollos que impiden el desarrollo nacional Un esfuerzo nulificado porque los legisladores y los partidos de oposición bloquearon la iniciativa presidencial (que era su derecho), pero sin hacer ninguna propuesta a cambio, a pesar de que sus líderes, como el propio Roberto Madrazo, han reconocido la necesidad de dicha reforma y de elevar los risibles niveles de recaudación actuales.

 

Igual destino han sufrido las reformas laboral, energética, etc, todos reconocen que son necesarias, pero el riesgo político es muy alto, priístas y perredistas saben que, de hacer propuestas en este sentido, se pondrían a sí mismos en situación de recibir las mismas críticas que se lanzan contra la Presidencia. La confrontación se ha vuelto la política a seguir y quienes buscan actuar de otro modo son perseguidos aún dentro de sus propios partidos.

 

Desde el año 2000 México ha entrado en nueva etapa donde la conciliación y las alianzas serán las llaves que permitan superar los errores y problemas del pasado. Para poder conseguir que el país avance al ritmo que todos queremos es necesario que los partidos comprendan que el llegar a acuerdos que se traduzcan en leyes no beneficia solo al Poder Ejecutivo, sino a la sociedad en su conjunto, y claro, a ellos mismos.

 

El próximo primero de Septiembre será una gran oportunidad para observar el comportamiento de los políticos y aquilatar su disposición al dialogo. Podremos ver en San Lázaro una visión a escala de la política nacional. Con base en lo que ahí observemos tendremos que escoger entre apoyar a quienes buscan renovar al país por la vía del diálogo responsable o a quienes solo gritan y atacan para escalar puestos. Ojo, porque la elección que hagamos nos revelará como sociedad. Y definirá nuestro futuro.