¿Show
business?
Por: Lic. Gerardo Enrique Garibay Camarena
18/04/06
Es cada
vez más notorio, el potencial de influencia de los medios electrónicos de comunicación, principalmente la televisión, esta
creciendo. Casos como el de los asesinatos de Cumbres en Monterrey o el del “gober precioso” son los más claros,
pero no los únicos.
Desde
las modas sobre como vestir hasta los comportamientos socialmente aceptados, la televisión impone y juzga. Lenta pero claramente
nos hemos sido sometiendo al criterio de los conductores y artistas que aparecen en la pantalla chica, sin darnos cuenta,
sin un razonamiento previo.
Es momento
de preguntarnos a nosotros mismos ¿queremos que la televisión juzgue y dictamine por nosotros, queremos que los dueños de
las televisoras impongan sus criterios y puntos de vista personales (que son muy respetables) a través de los conductores
que a final de cuentas son empleados suyos?. Si la respuesta es sí no hagamos nada, basta con seguir actuando como lo hemos
hecho hasta la fecha: aceptando casi automáticamente todo lo que vemos y tomándolo como punto de referencia sin una crítica
previa.
Pero
si la respuesta es no, necesitamos como sociedad comenzar a avanzar en nuevas estrategias que permitan reducir la influencia
de la televisión sobre la sociedad y generar un contrapeso a su casi omnímodo poder. Estas estrategias deben seguir dos caminos.
Primero: es necesario crear un marco jurídico y económico que favorezca la entrada de nuevas opciones al mercado televisivo.
Es escandaloso que mientras en otros países existen hasta 5 o más cadenas importantes,
en México solo tenemos 2 cadenas nacionales (Televisa y TV Azteca). La falta de competencia disminuye las opciones para el
televidente y aumenta el peso específico de los dueños de las actuales compañías.
La otra
estrategia es avanzar en la concientización de los ciudadanos acerca de la influencia de la televisión en sus vidas y la presión
social en contra de las televisoras cuando presenten material que vaya en contra de nuestra cultura y nuestros valores. Actualmente
ya hemos visto esfuerzos de este tipo, como “A favor de los Mejor”, pero es necesario que este tipo de organizaciones
se multipliquen y aumenten su nivel de actividad, finalmente ante el poder gigantesco de los medios de comunicación el único
contrapeso efectivo es el de la sociedad.
¿Realmente
queremos que la televisión defina nuestra forma de vida, que Juan José Origel y Paty Chapoy sean quienes nos digan que creer,
que apoyar, que vestir, que pensar? ¿que “fabiruchis”, “amira” o “paco lalas” se conviertan
de la conciencia moral de nuestro país?. Yo creo que la respuesta a estas preguntas debe ser no. No se trata de atacar a quienes
trabajan en las televisoras y cada día hacen su mejor esfuerzo para llevar a nuestras casas entretenimiento de calidad, sino
de reclamar como sociedad el derecho que tenemos a defender nuestros valores, nuestra religión y nuestro modo de vida. No
es mi intención denostar a quienes, repito, producen la mejor televisión de entretenimiento a nivel mundial (junto con la
de Estados Unidos), sino de ejercer el derecho a filtrar y a razonar lo que nos ofrece la pantalla chica antes de aceptarlo
como parte de nosotros.
No es
sano que un pequeño grupo de personas, por más buenas intenciones que tengan, definan el comportamiento de 100 millones de
mexicanos, sobre todo cuando los resultados de la oferta hedonista-sexual-newage que generalmente nos presenta la televisión
se reflejan cada vez con mayor frecuencia en soledad, frustración, desunión familiar y degradación social.
Es tiempo
de decidir si queremos ejercer nuestra libertad de razonamiento o si se la cedemos a
un aparato de televisión, usted ¿que elige?, el control está en sus manos.