smt.jpg

¿Show business?
Home
¿Show business?
¿y Wellington?
Presidentes muertos
Al otro lado del río
A la maestra ¿con cariño?
Un tal Hugo
Se equivocó Calderón
Puros chiles (la invasión china)
El día después de Katrina
¡Shalom! (paz)
El quinto elemento
La píldora
Terrorismo, la disyuntiva
Las "vivas" de Juarez
Inhala, las causas del narcotrafico
Tan cerca y tan lejos
Cena de negros
Pleito de Droguerías
¿Club Eutanasia?
La marcha que se viene
El arma mas poderosa de Estados Unidos
Auschwitz, 60 años despues
Tragicomedia Zapatista
Si yo fuera diputado
pais de cinicos
año nuevo, ¿vida nueva?
ASCO (linchamiento en Tlahuac)
Gano Bush
¿porque NO debe ganar el PRD en el 2006?
2 de Octubre (si se olvida)
No nos equivoquemos
El deforme de gobierno
año nuevo, ¿vida nueva?
Bravo! Fox
Le pondremos Jorge al niño
Las puertas del infierno
Zapatero a tus zapatos
Terrorismo
Lente loco
Hollywood no lo hubiera hecho mejor
No nos ayudes compadre
Intelectuales
Los motivos del peje
El fin y los medios
Se acabaron los 90´s

¿Show business?

Por: Lic. Gerardo Enrique Garibay Camarena

18/04/06

 

Es cada vez más notorio, el potencial de influencia de los medios electrónicos de comunicación, principalmente la televisión, esta creciendo. Casos como el de los asesinatos de Cumbres en Monterrey o el del “gober precioso” son los más claros, pero no los únicos.

 

Desde las modas sobre como vestir hasta los comportamientos socialmente aceptados, la televisión impone y juzga. Lenta pero claramente nos hemos sido sometiendo al criterio de los conductores y artistas que aparecen en la pantalla chica, sin darnos cuenta, sin un razonamiento previo.

 

Es momento de preguntarnos a nosotros mismos ¿queremos que la televisión juzgue y dictamine por nosotros, queremos que los dueños de las televisoras impongan sus criterios y puntos de vista personales (que son muy respetables) a través de los conductores que a final de cuentas son empleados suyos?. Si la respuesta es sí no hagamos nada, basta con seguir actuando como lo hemos hecho hasta la fecha: aceptando casi automáticamente todo lo que vemos y tomándolo como punto de referencia sin una crítica previa.

 

Pero si la respuesta es no, necesitamos como sociedad comenzar a avanzar en nuevas estrategias que permitan reducir la influencia de la televisión sobre la sociedad y generar un contrapeso a su casi omnímodo poder. Estas estrategias deben seguir dos caminos. Primero: es necesario crear un marco jurídico y económico que favorezca la entrada de nuevas opciones al mercado televisivo. Es escandaloso que mientras  en otros países existen hasta 5 o más cadenas importantes, en México solo tenemos 2 cadenas nacionales (Televisa y TV Azteca). La falta de competencia disminuye las opciones para el televidente y aumenta el peso específico de los dueños de las actuales compañías.

 

La otra estrategia es avanzar en la concientización de los ciudadanos acerca de la influencia de la televisión en sus vidas y la presión social en contra de las televisoras cuando presenten material que vaya en contra de nuestra cultura y nuestros valores. Actualmente ya hemos visto esfuerzos de este tipo, como “A favor de los Mejor”, pero es necesario que este tipo de organizaciones se multipliquen y aumenten su nivel de actividad, finalmente ante el poder gigantesco de los medios de comunicación el único contrapeso efectivo es el de la sociedad.

 

¿Realmente queremos que la televisión defina nuestra forma de vida, que Juan José Origel y Paty Chapoy sean quienes nos digan que creer, que apoyar, que vestir, que pensar? ¿que “fabiruchis”, “amira” o “paco lalas” se conviertan de la conciencia moral de nuestro país?. Yo creo que la respuesta a estas preguntas debe ser no. No se trata de atacar a quienes trabajan en las televisoras y cada día hacen su mejor esfuerzo para llevar a nuestras casas entretenimiento de calidad, sino de reclamar como sociedad el derecho que tenemos a defender nuestros valores, nuestra religión y nuestro modo de vida. No es mi intención denostar a quienes, repito, producen la mejor televisión de entretenimiento a nivel mundial (junto con la de Estados Unidos), sino de ejercer el derecho a filtrar y a razonar lo que nos ofrece la pantalla chica antes de aceptarlo como parte de nosotros.

 

No es sano que un pequeño grupo de personas, por más buenas intenciones que tengan, definan el comportamiento de 100 millones de mexicanos, sobre todo cuando los resultados de la oferta hedonista-sexual-newage que generalmente nos presenta la televisión se reflejan cada vez con mayor frecuencia en soledad, frustración, desunión familiar y degradación social.

 

Es tiempo de decidir si queremos ejercer nuestra libertad de razonamiento o si se la cedemos  a un aparato de televisión, usted ¿que elige?, el control está en sus manos.